Las personas felices tienden a cuidarse más y a llevar comportamientos o estilos de vida saludables”
Nuestro organismo no está preparado para permanecer en un continuo estado de alerta, pero la vida moderna nos exige una actividad incesante que nos llega a enfermar. Por lo que nuestros estados de ánimo se reflejan directamente en nuestra salud.
Nuestro organismo no está preparado para permanecer en un continuo estado de alerta, pero la vida moderna nos exige una actividad incesante que nos llega a enfermar. Por lo que nuestros estados de ánimo se reflejan directamente en nuestra salud.
En los últimos años se considera a la mente-cuerpo como un solo sistema. Hoy sabemos que nuestro estado de ánimo y los estímulos del medio ambiente tienen efectos a nivel celular y son tanto o más importantes para nuestra salud que nuestros genes.
Experiencias negativas, la depresión, el estrés o el trauma pueden afectar el perfil inmunológico de una persona. Mientras que "las experiencias de felicidad y la percepción de esas experiencias en nuestro cuerpo" también producen cambios en nuestros mecanismos biológicos, en sentido opuesto.
La tensión muscular necesaria para luchar físicamente con un enemigo se convierte en contracturas y dolores de espalda si mantenemos la rigidez durante meses. La interrupción momentánea de la digestión, una función innecesaria en un momento de alerta, se convierte en un problema cuando el estado de alarma se repite cien veces al día.
Es prácticamente imposible que lo que experimentamos mentalmente (la imaginación, la fantasía, el pensamiento, la preocupación, la relajación, etc.) no se reproduzca también en nuestro cuerpo. Nuestra salud no sólo es el cúmulo de todas las cosas que hemos ingerido, el ejercicio que hemos hecho y nuestros genes, es también el agregado de todos nuestros pensamientos y emociones (nuestro cuerpo no puede dejar de registrar todos nuestros estados mentales y reprogramar su funcionamiento a partir de ellos).
En situaciones de alerta, desviamos la energía a los músculos y al cerebro, y movilizamos el cuerpo para la acción. Y eso nos hace restar combustible al sistema de combate de las enfermedades, lo que nos hace más vulnerables.
Además de por el propio bienestar emocional, la felicidad es muy importante para el organismo, ya que el sentirse feliz produce unos efectos positivos sobre él.
Los placeres de la vida, paisajes, situaciones personales de éxito, bienestar y satisfacción nos ayudan a producir felicidad. Escuchar música, bailar, darse un baño relajante, caminar por un sitio que nos transmita tranquilidad o simplemente quedar con los amigos; puede ayudarnos y hacer que nos sintamos más felices. Comer chocolate, tomar el sol, hacerse masajes, bailar, cantar, pintar, moldear, ejercicios respiratorios, etc.
Porque estar sano no significa únicamente no padecer ninguna enfermedad, sino que ademas tenemos que disfrutar de un bienestar físico, mental y social.
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