Los abuelos desempeñan un papel fundamental en el núcleo familiar.
Muchas veces se encargan de cuidar de los nietos y su dedicación es un gran apoyo para los niños y los padres.
De hecho, siempre se ha sabido que hay una estrecha relación entre los nietos y los abuelos. Y es más especial cuando estos han compartido innumerables momentos por la ausencia de los padres.
Pero esa conexión que existe entre ambos es más fuerte de lo que muchas personas imaginan. Además de generar sensación de bienestar, también podría tener ciertos beneficios en la salud de quienes están envejeciendo.
Una reciente investigación se pone de manifiesto que cuidar de los nietos puede ayudar a prevenir el deterioro cognitivo y enfermedades crónicas. Enfermedades como el alzhéimer o la demencia senil.
El especialista en alzhéimer y demencia senil, Jonathan LaPook, responsable del estudio, determinó que las abuelas reciben un importante beneficio con el hecho de cuidar a sus nietos, ya que así mantienen su agudeza mental.
Al parecer, cuidar de los nietos produce cierta exigencia física y emocional. Esto influye de forma positiva en diferentes procesos mentales. Y también en varias funciones del organismo que requieren de mayor actividad física.
Cuidar de los nietos, pero con tiempo para uno mismo
No obstante, para que los beneficios sean óptimos, el cuidado de los nietos debe ser moderado. Cuando se realiza en exceso podría tener un efecto contrario, por el desgaste físico y el estrés que implica.
De acuerdo con la investigación, los que manifestaron cuidar a los niños cinco o más días por semana tuvieron peores resultados. En concreto, en las pruebas diseñadas para evaluar la memoria y velocidad del proceso mental de trabajo.
Aunque no se esperaba tal resultado, se pudo determinar que cuanto más tiempo pasaban las abuelas al cuidado de sus nietos, más sentían la exigencia de sus hijos hacia ellos. Por lo tanto, los investigadores concluyeron que el humor desempeña un papel relevante en los beneficios de este hábito.
Para los abuelos, sus nietos son una fuente de satisfacción. Es así porque, a excepción de casos extraordinarios, estos ya no tienen ningún tipo de obligación de crianza. Solo tienen que preocuparse por ofrecerles cariño y quizá algunas enseñanzas de vida.
Los niños reciben amor, diversión y una compañía que quizá nadie más les pueda dar. Los abuelos consiguen relajarse poniendo atención a los juegos y logros de los pequeños. Y los niños encuentran a alguien que les genera confianza y entretenimiento.
No obstante, tal actividad debe tener cierto límite. No debe convertirse en un motivo de responsabilidad para los adultos mayores. En cierta forma, el exceso provoca una sensación de estrés que puede desencadenar problemas de salud a medio y largo plazo.
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